jueves, 3 de enero de 2008

Roscón de Reyes: mucho más que un bollo.

Cada seis de enero, los Reyes y la tradición traen uno de los dulces más apreciados en las fechas navideñas, el Roscón de Reyes. Un bollo de masa fina en forma de anillo decorado con trocitos de frutas confitadas, hace las delicias de niños y mayores. En su interior se encuentra la llave de acceso para convertirse en rey por un día.

Pocas fiestas hay en el año envueltas en significaciones tan contradictorias como la de los Reyes Magos. Si bien es cierto que los niños viven con ella la noche más hermosa, en la que se suelen hacer realidad sus más ambiciosos sueños, para muchos también significa que llegan a término unas fechas gozosas y que se inicia un periodo abrupto, frío y largo, nada menos que la 'cuesta de enero'.

Aunque es hora de muchos tipos de dulces, la estrella es el roscón de Reyes, una receta singular que sólo aparece una vez al año. En algunas zonas denominado tortel, se trata de un dulce simbólico cuya mayor sorpresa es que quien encuentra su 'sorpresa' o '
haba' tendrá garantizada ventura durante los siguientes meses. En los primeros tiempos debió tratarse efectivamente de un haba seca, luego sustituida por una moneda o por una figurita de porcelana, vidrio y finalmente de plástico, pero que siempre despertó una gran expectación. Lo importante no es el hallazgo en sí, sino la suerte y ventura que parece prometer a quien lo encuentra. Néstor Luján habla incluso de que, según la tradición griega, quien lo encuentra se reviste de una 'efímera realeza'.

Simbología.

En este postre típico del desayuno o la comida del 6 de enero la simbología tiene un papel relevante. Aquel que encuentre la sorpresa será coronado como rey de la casa, y a quien le toque el haba será castigado a pagar el roscón.

Las sorpresas adoptan formas diversas, generalmente son figurillas, aunque puede encontrar, en los elaborados por la confitería, cosas tan extrañas como silbatos u otros objetos diversos.

El decorado del roscón con frutas escarchadas tiene un sentido también en la iconografía navideña. Las frutas rojas y verdes simbolizan los rubíes y esmeraldas que se supone adornaban los mantos de los tres Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar. La tradición manda en estos dulces navideños. Incluso su popularidad se ha visto reflejada en el refranero popular, ya saben, mentiras y roscones, cuanto más grandes mejores.

Romanos y cristianos Entre las fiestas que inventaron los antiguos romanos la introducción de las tortas redondas con premio dentro, fue debido al Dios Jano, el deidad de las puertas, que se celebraba a principios de año. La tradición arraigó tanto en la civilización romana que está divinidad se ganó el nombre de Dios de los Pasteles.

Los romanos acostumbraban a repartir, por aquellas fechas, tortas dulces con un haba en su interior a los más desfavorecidos. Éste haba representaba la prosperidad. El que la encontraba era aclamado 'rey' durante un tiempo.

Otras hipótesis apunta a que son las fiestas saturnales, en diciembre, las que acogían esta tradición. El divertimento estaba destinado a los esclavos. Aquel que encontraba el haba era liberado durante las saturnales, fiestas que se convirtieron en grandes orgías y bacanales.

Del roscón pagano al cristiano En la Centro Europa del siglo X, la tradición reapareció. Se comenzó a festejar la llegada de los tres Reyes Magos al portal de Belén. El rito pagano se convirtió en una costumbre cristiana, y entre los más humildes se repartía el dulce con el haba dentro.

En este caso, el haba simbolizaba al niño Jesús, y según otras versiones, la huida de la persecución del rey Herodes. La costumbre se extendió en poco tiempo por toda Europa. En Francia, la figura del niño rey adquirió tanta fama que éste era objeto de grandes fastos y se le vestía de gala. El popular dulce llegó a España de la mano del rey Felipe V.

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